Difícilmente podrás adquirir  nuevos  hábitos   si frente a la adversidad piensas de modo pesimista.

Bastantes cosas se han escrito sobre el rol de los hábitos en la formación en la incorporación de la metodología GTD para organizar lo personal y laboral. Buenos ejemplos de esto son los artículos en La productividad personal es cuestión de hábitos de Francisco Saéz y Los principales hábitos para aprender GTD usando GTD, de David Sánchez, por nombrar algunos,  pero poco se ha dicho sobre los hábitos mentales que son decisivos a la hora de perseverar en una nueva práctica.  Esto resulta relevante  para dominar los distinto hábitos GTD, tales como :

  • recopilar o registrar;
  • clarificar las cosas;
  • vaciar   bandejas de entrada;
  • usar listas;
  •  usar agenda para eventos y encuentros;
  • revisar diaria y semanal de  tu sistema de trabajo;

Desde el mundo de la sicología, Martin Seligman  nos ilumina el dominio de los hábitos desde sus estudios   de la perseverancia y la desesperanza aprendida. ¿Por qué ante un mismo desafío algunos perseveran y otros desisten? La clave para él están en las pautas explicativas que tiene el sujeto en su cabeza. Seligman incorporó los aportes de Albert Ellis  al señalar que hay una relación causal entre la adversidad, la creencia y la consecuencia. Este principio, tiene grandes consecuencias en la formación de hábitos. Veamos un ejemplo de esto.

Si alguien esta iniciándose en GTD en el hábito de registrar todas las cosas que implican una acción,  y se da cuenta después de varios días que hay cosas que ha olvidado, o tiene registros que nos comprende, o los demás le reclaman que se olvido de ciertos compromisos,  resulta relevante lo que piensa de si mismo ante estos problemas. Si su creencia es pesimista, y se transmite mensajes negativos como… “realmente soy un desastre, no lo lograré nunca” lo más probable es que esta persona se desanime y pronto abandone esta práctica.  Pero si por el contrario, a la hora evaluar el problema se dice “esta semana ha sido complicada,  me esta costando más de lo esperado registrar todo. A partir del próximo lunes voy a usar mejor mi libreta de apuntes y mi agenda para ser mas eficiente”, lo más probable que esta persona persevere en su práctica.

Seligman clasificó las pautas explicativas ante la adversidad   de acuerdo  a tres criterios: permanencia, amplitud y personalización. En el ejemplo anterior, la primera interpretación del problema (no lo lograré nunca) tiene un carácter permanente, mientras que en el segundo caso (esta semana ha sido complicada)  el problema es transitorio. Quienes piensan que la adversidad es transitoria son mas propensos a perseverar, mientras los que piensan que los problemas son permanentes tienden  a desistir.

Pongamos otro ejemplo, una persona que se esta iniciando en el hábito de vaciar sus bandejas de correos y dejarlas en 0, a lo menos  dos veces al día. Llega el viernes al término de la jornada y se da cuenta que en su bandeja de entrada  del trabajo tiene 150 mensajes y en su correo personal tiene sólo 5. Puede tener dos tipos de conversación interna, una pesimista y otra optimista. Esto podría ser más o menos así: “Me he esforzado esta  semana y parece que no he avanzado  porque  mis bandejas siguen con muchos mensajes sin leer”. La otra conversación interna podría ser. “Me he esforzado esta  semana y parece que tengo a raya mi bandeja personal, pero aun me falta dominar mi buzón de entrada de mi trabajo”. Obviamente la segunda es más optimista  porque acota el  problema a una bandeja y no ha todas.  Lo anterior, tiene que ver con la amplitud del problema. Cuando se percibe un problema como global o particular.

El tercer criterio, la personalización tiene que ver con identificar el problema con uno mismo o identificarlo fuera de uno. Nuestro primer caso también nos ilustra este punto. Al decir “realmente soy un desastre” el sujeto se identifica con  el problema, etiquetándose como desastre. Este tipo de pensamiento desanima e invita a desistir en el intento. Distinto es decir:  “esta metodología es muy compleja y requiere mucho esfuerzo”. Aquí el problema se externaliza y puede generar  en  el sujeto un ánimo de determinación para tomar “el toro por las astas”.

En conclusión, aprender la metodología GTD no es fácil, y para perseverar y no quedar a medias en el intento, es importantísimo que a la hora de enfrentar la adversidad tus hábitos mentales sean optimistas. Para eso, lo primero es ser conscientes del tipo de conversación interna que tenemos a la hora de experimentar la adversidad  y cultivar pautas explicativas optimistas. En  otras palabras, a la hora de evaluar un esfuerzo, se trata de mirar el medio vaso lleno antes que el medio vaso vacío.

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