Nuestros días pueden estar llenos de actividades, pero carecer de valor si en el hacer no se cultiva el propio ser.

Las Tentaciones

Todos sabemos que cada día tiene su afán  pero  los requerimientos son múltiples y la virtud puede ser escasa.

Si en  nuestra bandeja de correo tenemos 40 mensajes sin leer, la tentación es responderlos inmediatamente.

Si en la  interacción con los compañeros de trabajo o clientes surgen peticiones o problemas, la tentación es realizarlas tan pronto sea posible descuidando compromisos que no generan ruido pero pueden ser valiosos. De este modo, al hacer cosas lo más probable es que seamos valorados por gestionar y solucionar problemas.   Más aun, como la lista de tareas pendientes aumente, podemos asignar más tiempo al trabajo, sacrificando tiempo personal y familiar.  El problema de esta tendencia está en reaccionar  a lo emergente y a lo externo, no prestando atención a lo planificado y a lo interno .  Parafraseando a San Agustín podemos decir,   buenos pasos, pero fuera de camino. De este modo, nuestros días pueden estar llenos de actividades pero carecer de valor y sentido.

El aporte de GTD.

David Allen en su libro Organízate con eficacia. Máxima productividad personal sin estrés, aporta un método de organización con cinco pasos: recopilar, procesar, organizar, revisar y hacer.

Ahora bien, cuando aborda el tema del hacer, señala que hay tres tipos de trabajo que podemos ejecutar:

El trabajo  definido: los compromisos que están en tu calendario y las tareas que están en tus listas.

Lo emergente: Aquellos requerimientos de tus compañeros, situaciones imprevistas que requieren de tu tiempo, energía y acción

Definir y organizar tu trabajo: escribir pensamientos que inquietan tu mente ; procesar tus bandejas de entrada, tales como, libreta de apuntes, correo electrónico para convertir ideas, problemas y otras cosas en compromisos de calendario y tareas.

El Tema de nuestro Tiempo

Si nuestro trabajo no es ser parte de una cadena de montaje con tareas definidas y repetitivas propias de la era industrial lo siguiente resulta relevante. Por el contrario, si mucho nuestro trabajo no esta definido de antemano. Es más, si mucho de nuestro trabajo con sus tiempos de cumplimiento lo definimos nosotros mismos podemos decir que entramos en la categoría de trabajador del conocimiento.

Por lo anterior resulta crítica la habilidad de definir y organizar nuestro trabajo.

De Vuelta a la Acción.

Para lograr verdadera eficiencia es necesario ser estratega cuidando la propia identidad para evitar la tentación del activismo.  Es decir planificar  el propio trabajo buscando el logro de objetivos y metas antes que responder de manera reactiva a las tareas emergentes.  En estrategia, fue Sun Tzu  T quien afirmó que un ejercito victorioso gana primero y entabla batalla después. Del mismo modo, no podemos pretender generar valor en nuestro trabajo si no dedicamos tiempo a su planificación.

La recomendación es reservar un tiempo de la jornada, de preferencia a primera hora o al final de la jornada,  para meditar, evaluar y definir el propio trabajo. Este espacio ha de ser como mínimo de media hora, variando  de acuerdo a las áreas de responsabilidad y frentes abiertos.